Domingo Savio fundó la Compañía de la Inmaculada Concepción antes de morir a los 15 años. Beatificado y canonizado por Pío XII.
El legado de Domingo Savio es el del testimonio de santidad desde una temprana edad. Nacido en 1842 en Turín, su vida estuvo marcada por una profunda devoción religiosa y una firme determinación en seguir los caminos de Dios. Su primera comunión a los 7 años reveló su excepcional espiritualidad, expresada en sus «Propósitos» de fidelidad y pureza.
A pesar de las adversidades, su camino hacia la santidad nunca vaciló. Su encuentro con Don Bosco en 1854 fue crucial, siendo admitido en el Oratorio de Turín con el deseo ferviente de convertirse en sacerdote. Domingo, junto a sus compañeros, fundó la Compañía de la Inmaculada Concepción, sembrando semillas de virtud y apostolado entre los jóvenes.
Su vida estuvo impregnada de alegría y caridad, destacando por su constancia en el estudio y su entrega a los demás. A través de la Compañía, buscó guiar a los jóvenes hacia la santidad, brindándoles apoyo y orientación espiritual.
Su muerte prematura en 1857, cuando sólo tenía 15 años, dejó un gran vacío, pero su legado perdura, especialmente en la comunidad salesiana de la que formó parte. Fue beatificado (1950) y canonizado (1954) por el Papa Pío XII.
Fuente: Salesianos de Don Bosco (Sociedad de San Francisco de Sales)
