San Demetrio dedicó su vida a enseñar y predicar el Evangelio, guiando a los tesalonicenses hacia Cristo. Fue martirizado por su fe.
En la historia de la antigua Tesalónica, Grecia, se alza la figura de San Demetrio, patrono de la ciudad, cuya vida se entrelaza con los tumultuosos tiempos del imperio romano. Nacido a fines del siglo IV y criado en la ciudad durante el reinado de los emperadores Diocleciano y Maximiano Hercúleo, San Demetrio fue un miembro destacado de la iglesia local, proveniente de una familia piadosa y distinguida.
Dotado con numerosos dones espirituales y físicos, Demetrio llamó la atención del emperador Galerio, quien lo nombró miembro del senado y lo designó como gobernador militar de Tesalia y procónsul de toda Grecia.
Como cristiano ferviente, San Demetrio dedicó su vida a enseñar y predicar el Evangelio, guiando a los tesalonicenses hacia Cristo. Su valiente testimonio atrajo la ira de Maximiano, quien ordenó su encarcelamiento y tortura en un antiguo baño público cerca del estadio.
Durante los juegos en el estadio, donde se llevaban a cabo sacrificios en nombre de los dioses paganos, un discípulo de San Demetrio, llamado Néstor, buscando demostrar el poder del Dios verdadero, fue al baño donde San Demetrio estaba encerrado, recibió su bendición y salió victorioso en un enfrentamiento contra el gigante Licaios, invocando el nombre de Dios.
Esta hazaña enfureció al emperador, quien ordenó a sus soldados que fueran a la prisión y asesinaran a San Demetrio. Fue martirizado, pero su cuerpo fue rescatado por devotos cristianos y enterrado en un lugar secreto.
La devoción por San Demetrio creció rápidamente, y un santuario fue erigido en el lugar de su martirio. Lupo, su fiel discípulo, también fue martirizado, llevando consigo el anillo y el manto recibidos de San Demetrio.
Fuente: Iglesia de San Demetrio – Patrón de Tesalónica